lunes, 19 de mayo de 2014

Reseña: Intemperie, de Jesús Carrasco

Título: Intemperie
Autor: Jesús Carrasco
Editorial: Seix Barral
Nº Páginas: 224
Precio: 16,50 €
ISBN: 9788432214721


Un niño escapado de casa, escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que le buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua. A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Intemperie es una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada.


Sobre el autor:

Jesús Carrasco vive en Sevilla a pesar de haber nacido en Badajoz (1972). Combina su actividad en el mundo de la publicidad con su carrera literaria. 

Intemperie es su primera novela, con la que ha ganado el Premio Libro del Año 2013.

Argumento:

Acompañamos a un niño que ha huido de su pueblo perseguido por un alguacil y sus secuaces por un paisaje totalmente inhóspito, asolado por la sequía, fácilmente identificable con una España rural de la que no nos interesa en absoluto la época pero que seguramente se corresponda con el segundo cuarto del siglo pasado. 

El niño se ha escapado de la casa de su padre y su marcada obstinación por no ser descubierto presagia que su huida responde a algo peor que el castigo por ser encontrado. En su huida se topa con un cabrero, una persona mayor parca en palabras que le prestará la ayuda que necesita. Juntos serán testigos de la pérdida de la moral que está asolando la humanidad.

Todo ello, como recuerda el titulo, a la intemperie. 

Impresiones: 

Llama poderosamente la atención el hecho de que no haya referencias espacio-temporales. No nos hace falta una localización exacta ni conocer el espacio temporal con precisión para darnos cuenta de que no sólo en un espacio cerrado y tapiado te puedes sentir aprisionado y sin aire; experimentarás esta asfixiante sensación también sobre la tierra, sin más techo que sus estrellas y todos sus misterios, serás consciente de la dureza de la vida, de las singularidades del ser humano y de tu propia fortaleza y arrojo. Lo mismo ocurre con los nombres de los personajes. Intemperie no es una historia de nombres propios. No conoceremos el nombre de ninguno de ellos. ¿Para qué? No es necesario. Los nombres son prescindibles cuando lo verdaderamente importante es la diferencia entre el bien el mal, esa pequeña y casi invisible línea de equilibrista que cruzaremos o no, dependiendo del lado en el que te haya tocado vivir. Tampoco sabemos con certeza por qué huye el niño ni el motivo por el que lo persiguen, si bien es cierto que podemos llegar a intuirlo.

El título resume perfectamente el contenido de sus páginas. Intemperie es una historia, cómo no, al aire libre, por lo que nos encontramos ante un libro duro, seco, rico en vocabulario y que con pocos personajes te muestra una cruda pero certera realidad.

Su vocabulario es extremo. Es cierto que hace uso de muchas palabras que llevan intrínsecas un innegable sabor a campo, muchas de ellas olvidadas, demostrando la riqueza del léxico castellano, pero es precisamente esa capacidad de usar bien el lenguaje la que hace que nos sumerjamos en cómo debía de ser la vida de un niño en esa época, nos permite respirar y sentir cómo debieron ser esos años. Una prosa poética, sin duda, carente de diálogos pero no de profundidad.

Intemperie es una historia crítica. La iglesia, la familia, las tradiciones, los roles, los estatus... Todos salen mal parados, muy mal parados. El autor no deja títere con cabeza, sacando a relucir de una manera evidente y nada solapada, el sentimiento inculcado de culpabilidad, la inferioridad inducida, aquellos modos antiguos de educación severa, la permisividad que hace más evidente aún la injusticia, la pobreza espiritual más presente que nunca; en definitiva, el miedo. Esa sensación que, al parecer, tanto gusta a los poderosos y que te deja a merced del castigador y sin un futuro propio, sin un objetivo personal. El mérito, aún reluce mucho más cuando, a pesar de todo ello, un lejano y pequeño brillo de esperanza subyacente, endulza la novela y todos somos ese niño fugado, todos nos metemos en su sucia piel y en sus gastados zapatos y todos nos lanzamos a la aventura de, únicamente, seguir viviendo.

A pesar de no ser muy extenso (224 páginas), Intemperie es uno de esos libros que dejan huella, hipnótica y sobrecogedora de principio a fin. Es una novela auténtica, que desgarra, huele a campo, a sebo, a leche de oveja. Produce temor, angustia. Es diferente. ¿Es una novela recomendable para todo el mundo? Ahí está la gran pregunta. Es una obra interesante y original, de gran valor literario, pero muy alejada de los libros que imprimen un ritmo trepidante a base de giros sorprendentes o numerosos diálogos. Se encuentra más cerca de los grandes clásicos, y esto puede hacer que se aleje un poco del público general a pesar de las alabanzas que ha recibido por los críticos literarios. Una novela para leer con pausa y sosiego en la que hay mucha soledad, desasosiego, hambre y muerte.

Intemperie, en fin, es una historia con pequeñas gotas de recuerdos de un niño desamparado y grandes dosis de imaginación que, a él le permiten evadirse momentáneamente y a nosotros nos facilita el relato, aunque, eso sí, siempre rodeándolo, cercándolo, en una especie de espiral cíclica en la que no se toca nunca la verdadera cuestión protagonista. Pura poesía.

"Buscó en los serones una trenza de albardín que había sobrado del redil y la ató a la retranca. Luego fijó el otro extremo a una piedra caída del castillo y tiró del ronzal. El animal se movió, y la albarda se deslizó por sus cachas hasta caer al suelo".



Nota: 6 / 6 
(Obra maestra)

3 comentarios:

Damek dijo...

Tengo muchas ganas de leerlo. Me recuerda mucho a una grandísima novela que se encuentra entre mis preferidas: La carretera, de Cormac McCarthy, cambiando un mundo apocalíptico por un escenarios más rústicos y parajes naturales. Tiene muy buena pinta y el hecho de que sea breve hace que adelante muchos puestos en mis lecturas pendientes (aparte de que lo tengo). Muy buena reseña.

Inä dijo...

Fantástica reseña. Al igual que a ti, Intemperie es un libro que me encantó de principio a fin. El lirismo es parco, nada cargante pero sublime.Nos hace sentir la belleza bucólica más dura y cruel de la vida rural. Me metí de lleno en los gastados zapatos del niño sin nombre y sentí su historia con gran intensidad y ternura. Mientras leía, inconscientemente me venía a la mente Los Santos Inocentes, de Delibes, supongo que por la similitud temática. Un libro de 10.

Nube de Frases dijo...

A mi también me gustó mucho, ha sido todo un descubrimiento. Es cierto que recuerda a McCarthy y a Delibes, pero no por eso le vamos a quitar méritos. Un saludo.